A principios de enero, cuando aún no se sabía en Concepción la noticia de la deposición del Congreso, se interceptaron pliegos de aquella Junta para el Congreso y sus diputados, mandándoles hacer protestas contra los acontecimientos de noviembre, ofreciendo las fuerzas de la provincia para sostener el Congreso, y mandando a los de Concepción que se retirasen. Ya Martínez de Rozas disponía en pie el ejército y hablaba con mucha energía.
De resultas de esto mandé a O’Higgins a Concepción, para hacer a [Martínez de] Rozas proposiciones amistosas y para asegurarle de mis buenos sentimientos hacia mi patria. No muchos días después mandé a mi padre, don Ignacio de Carrera, con doscientos veteranos a tomar posesión de Talca para evitar las intrigas de Concepción.
Solo en el Gobierno trabajaba con una actividad extremada, particularmente en la organización de la fuerza militar. La inspección de caballería recibía una buena organización; el batallón de Granaderos se elevó a la respetable fuerza de 1.200 hombres; se reformó el cuerpo de 300 Dragones por inútiles y se levantó el de Guardia Nacional de 500 plazas; la artillería se aumentó a 400. Se quitó a los frailes de San Diego el convento y se levantó en él un famoso cuartel de caballería; se hicieron 10.000 lanzas y 1.500 tiendas de campaña, vestuarios, monturas para todos los cuerpos, municiones de todas clases y, por último, cuanto se necesitaba para la defensa de un país, que hasta entonces estaba enteramente expuesto a ser presa de cualquier enemigo por falta de artículos de guerra y de organización en sus fuerzas. El pueblo no fue oprimido con contribuciones, sólo se aumentaron los derechos en algunos ramos y con esto se veía atender a unos gastos de tanto bulto.
Don José Santiago Portales y don Nicolás Cerda ocuparon las dos vacantes del Gobierno; don Juan José Aldunate renunció a una.
Concepción seguía su apresto militar, los diputados del Congreso tuvieron licencia para regresar a su provincia y acabaron de alarmar los ánimos pintando a la capital capaz de recibir la ley de las tropas de Concepción: no reflexionaban aquellos ignorantes lo que puede un trabajo constante.
Comentarios recientes